De acuerdo con la ONU, la cobertura total en materia de vacunación en los países más pobres continúa siendo muy baja; en algunos, menos del 1% de la población está totalmente vacunada.
Hay una frase popular entre el mundo médico en estos tiempos de pandemia: “la peor vacuna contra el COVID-19 es la que no se aplica”, esto en el sentido de que, a parte de las medidas de bioseguridad, vacunarse puede llegar a evitar contraer el virus o, en caso de contagio, que los efectos sean mucho menores.
La agenda de los progresos mundiales contra la epidemia del coronavirus todavía es demasiado “desigual” y “a veces fragmentada”, anunció en el pasado mes de noviembre el último informe semestral de rendición de cuentas del Grupo Independiente de Preparación y Respuesta frente a las Pandemias, establecido por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
El estudio resume los avances que se han producido desde la publicación del primer informe del Grupo, en mayo de 2021, que analizaba los nueve meses de respuesta mundial y nacional del COVID-19, las recomendaciones inmediatas para acabar con la enfermedad y un paquete de medidas de ámbito internacional destinadas a impedir que un futuro brote se convierta en otra pandemia.
Durante el medio año transcurrido desde la presentación del plan de acción —de mayo a la fecha— contrajeron el coronavirus unos 90 millones de personas más y fallecieron cerca de 1.65 millones.
La desigualdad en materia de vacunación continúa siendo motivo de gran preocupación, ya que la cobertura total en los países más pobres continúa siendo muy baja; en algunos, menos del 1% de la población está totalmente vacunada.
El Grupo calculó que al 1 de septiembre pasado había al menos 1,000 millones de dosis disponibles para redistribuir a los países de bajos ingresos, pero que solo “una pequeña fracción” de esas dosis se entregó.
El tema toma nueva preocupación ante el hallazgo de una nueva variante del virus en Sudáfrica, en noviembre pasado, y que ha puesto a la comunidad científica mundial a reevaluar si serán necesarias nuevas dosis o hasta una nueva vacuna.
En una evaluación del riesgo de la enfermedad, la agencia sanitaria de Naciones Unidas afirmó que “la probabilidad de que Ómicron se siga propagando a nivel mundial es alta”.
Como quiera que se vea, el COVID-19 no parece dar tregua y justo cuando el mundo se había comenzado a relajar y a retirar restricciones, sobre todo, en beneficio de las diferentes economías e industrias, hay que volver a tomar precauciones y recordar, precisamente, que la peor vacuna es la que no se aplica.